LOS CADILLOS DE HUAYOBAMBA.
Por: Wilson Izquierdo Gonzales
¿A quién no se le ha pegado alguna vez un desgraciado cadillo? Al parecer, de eso no se ha librado nadie todavía, en la accidentada orografía del área rural de la sierra, en las suaves y ondulantes gradientes de los contrafuertes de la cordillera cercanos a la costa o, en la insondable maraña de verdes de la selva. Sólo es cuestión de meter los “botapies” del pantalón o los ribetes de la falda, allí donde es el dominio de esta planta silvestre y... a sufrir las consecuencias.