Comparación del poder de las escuadras.
Al
iniciarse la guerra, el Perú contaba con una pequeña y antigua escuadra, la que
además de encontrarse en malas condiciones, con las calderas desmontadas,
defectos en el sistema de navegación, cañones mal instalados y escasa dotación
de proyectil.
A
comienzos de enero de 1879, cuando las relaciones entre Bolivia y Chile se
pusieron tensas, la escuadra peruana comenzó a ser reparada aceleradamente. A
principios de abril todavía no estaba lista. Si la escuadra chilena se hubiera
dirigido al Callao en vez de bloquear Iquique como lo dispuso Williams
Revolledo, los dos únicos blindados peruanos no hubieran podido hacerle frente,
porque no estaban en condiciones de navegar.
Al
comenzar las operaciones navales, Chile tenía el doble de unidades, siendo seis
de ellas diez años más modernas que las del Perú. Prácticamente las doblaban en
tonelaje y grosor de su blindaje. En
velocidad dos de sus naves superaban a las peruanas, en cuanto a la cantidad de
cañones faltaba poco para que tuvieran el
doble. Era una flota superior en velocidad, blindaje y potencia de tiro.
Uno
solo de sus blindados bastaba para vencer a los dos únicos blindados de la
escuadra peruana. Sus proyectiles podían perforar con facilidad la coraza de
los buques peruanos, pero los disparos de éstos
no podían atravesar el blindaje de 9 pulgadas y media del
“Blanco Encalada” y del “Cochrane”
Sin embargo los historiadores chilenos dicen
todo lo contrario “…, Chile necesitó asegurar el
dominio del mar, a pesar que sólo contaba con algunos barcos en buenas
condiciones como el Cochrane y el Blanco, en cambio Perú poseía una escuadra
bien equipada, con los blindados Huáscar e Independencia”.
Combate de Chipana( 12 de abril de 1879)
Fue
el primer encuentro de la guerra, las corbetas “Unión” y “Pilcomayo” a las
alturas de punta Chipana, ubicada entre Iquique y Antofagasta, distinguieron a
la corbeta chilena “Magallanes” y trataron de interceptarlas. Se produjo un
intenso y recíproco cañoneo, la corbeta chilena para poder escapar tuvo que
abandonar su lancha de vapor donde se encontraba correspondencias de su país.
Combate de Iquique (21 de abril de 1879)
Aún
sin completar las reparaciones, el Huáscar y la independencia, salieron el 16
de mayo del Callao rumbo al sur, llevando al presidente general Prado. Al
arribar a Arica se enteraron que Iquique se encontraba bloqueado por la corbeta
Esmeralda y la cañonera Covadonga, el resto de la escuadra chilena navegaba
hacia el Callao para dar caza a los únicos blindados peruanos. Grau decidió
enfrentarlos en la bahía. Mientras el Huáscar enfrentaba a la Esmeralda la Covadonga
aprovechó para huir, Guillermo More comandante de la Independencia,
persiguió a la fugitiva cañonera.
El
combate entre Huáscar y la
Esmeralda fue duro, después de los cañonazos Grau decidió
usar el espolón, cuya ejecución resultó fatal para la corbeta chilena, a los
pocos instantes de haberse producido la colisión empezó a naufragar, al verse
perdido su capitán Arturo Prat, tomó la decisión de abordar a su adversario,
pistola en mano se enfrentó al teniente Segundo Velarde a quien lo eliminó,
convirtiéndose este en el primer héroe peruano de la campaña naval. Casi al
mismo tiempo el marinero peruano Mariano Portales, disparó un certero balazo
contra la frente de Prat, quien falleció instantáneamente, con este episodio
terminó el combate.
El
comandante Grau ordenó a sus oficiales a salvar a los náufragos de la Esmeralda, cuando los
chilenos se encontraron en la cubierta del Huáscar gritaron “Viva el Perú generoso”
Mientras
tanto la Independencia
perseguía al Covadonga que se pegaba a las costas aprovechando su menor calado.
Esta
táctica obligaba a la fragata peruana a mantenerse a cierta distancia tratando
de darle caza con el único cañón que tenía. Desgraciadamente este cañón pronto se malogró por lo que More trató de espolonear a su rival. Cuando se encontraba a escasos 200 metros fue
sorprendido por una roca que no figuraba en las cartas de navegación. Nuestra
nave pronto se fue llenando de agua. Carlos Condell capitán de la Covadonga al darse cuenta de los sucedido regresó para
terminar de hundirla y ametrallar a sus náufragos que pugnaban por salvarse.
Desde la orilla el Coronel Cáceres y su tropa trataban de socorrer a los de la Independencia que
luchaban por alcanzar la costa. Luego que el Huáscar salvara a cuarenta
chilenos, se dirigió al sur en persecución de la Covadonga, que huyó al
ver la presencia del Huáscar.
Grau
ordenó recoger a los sobrevivientes, retirar los cañones y quemar la fragata
para que el enemigo no aprovechara nada. En Iquique el Perú perdió la guerra.
Una ventaja naval abrumadora quedaba a favor de Chile.
El
comandante More fue sometido a juicio por haber perdido a la Independencia y
sufrió la degradación como castigo. Murió como un héroe en defensa de
Arica.
Las Correrías del Huáscar.
Después del combate de Iquique el
Huáscar siguió muy activo lo que le dio prestigio para después llenarse de
gloria. Desde entonces se convirtió el Huáscar en el terror de los chilenos,
hasta el extremo de generar serias tensiones políticas dentro del gobierno de
Aníbal Pinto.
El
24 de mayo salió al sur de Iquique hundiendo a la goleta Recuperado, al llegar
a Mejillones incendió a la goleta Clorinda, destruyendo otras embarcaciones e
instalaciones portuarias. El 26 de mayo llegó a Antofagasta donde cañoneó a las
defensas de tierras e intercambió disparos con la Covadonga, luego cortó
el cable submarino que comunicaba con Valparaíso.
Al
día siguiente apresó a la goleta Coqueta y a la barca Emilia, llegando a Arica
con sus presas. Al continuar sus correrías fue perseguido durante diez
días por el blindado Cochrane y la Magallanes, llegó al
Callao con el fin ejecutar diversos arreglos en el barco, pero recibió órdenes
del director de Guerra, Aurelio García y García de volver al sur para capturar
buques menores.
El
23 de julio el Huáscar y la
Unión capturaron al transporte artillado Rímac que conducía a
Antofagasta al escuadrón de Carabineros de Yungay, con su dotación completa de
caballos y aperos. La captura del Rímac provocó gran alegría en el Perú, pero en
Chile se produjeron altercados en el Senado, violentas, manifestaciones
populares contra los conductores de la guerra, que trajo la renuncia del
almirante Williams Rebolledo, hasta se habló de la renuncia del presidente
Aníbal Pinto.
Combate de Antofagasta (28 de agosto de 1879)
El Huáscar al visitar Antofagasta el
25 de agosto encontró a la
Magallanes, Abato y al Limari, ante la pasividad de éstos se
retiró sin que se produjera combate alguno. Siguió navegando hacia el sur. Al
retornar a Antofagasta el 28 fue atacado
por la Magallanes y el Abato. En esa ocasión por primera vez se
usaba torpedo de guerra. El Huáscar disparó contra el abato un torpedo Ley pero
por estar descompuesto el mecanismo no fue bien lanzado y regresó contra el
Huáscar. De haberlo tocado la suerte del Huáscar hubiera sido fatal; pero uno
de sus oficiales el teniente Fermín
Diez-Canseco, viendo el peligro, se arrojó al mar y logró desviar el curso del
torpedo. Luego de este incidente el
Huáscar cañoneo a el Abato causándole serios daños. El combate duró tres horas
al término del cual Grau enrumbó su buque hacia el norte.
Al término del combate, Grau enrumbó
su buque hacia el norte, haciendo escalas en Mejillones, Cobija, Tocopilla e
Iquique. Al arribar a Arica fue ascendido a contralmirante.
El alto mando militar chileno estaba
muy preocupado por las correrías del Huáscar y la habilidad que demostraba su
comandante Miguel Grau. Al Huáscar lo veían por todos lados al mismo tiempo.
Los buques de guerra chileno no andaban solos, navegaban en comboy para
protegerse del solitario monitor. El terror llegó al punto hasta el faro del
puerto de Valparaíso se mantenía apagado.
Para acabar con esta situación todos
los recursos navales se pusieron en acción con un solo objetivo la captura del
Huáscar. El nuevo Ministro de Guerra y
Marina Rafael Sotomayor, dispuso que todos los buques limpiaran fondo,
cambiaran calderas en mal estado, repararan maquinarias, completaran cañones
para destruir al Huáscar.
El
Combate de Angamos (8 de octubre de 1879)
Saliendo
de la bahía de Antofagasta el 8 de octubre
el Huáscar y la Unión
distinguieron tres barcos chilenos el Blanco Encalada, la Covadonga y el Matías
Cousiño, que eran la primera división naval del país del sur. Tratando de salir
del área, Grau ordenó cambiar de rumbo hacia su base, al llegar frente a la
punta Angamos aparecieron los barcos Cochrane, O’Higgins y Loa, Comprendiendo
Grau que la hora de enfrentar a los blindados enemigos había llegado ordenó al
comandante García y García que escapara para que la Unión no sea destruida.
La O’Higgins y Loa siguieron a la Unión, pero gracias a su
mayor velocidad pudo escapar, Se inició el combate el Huáscar hizo su primer disparo contra el Cochrane a
las nueve y veinte de la mañana. La presión de las calderas del monitor
trabajaba al máximo, por lo que corría el riesgo de explotar en cualquier
momento. El blindado chileno no contestó el fuego por que trataba de acercarse
el monitor. Siete minutos más tarde cuando el Cochrane se encontraba a solo 500 metros del
Huáscar hizo su primer disparo. Por su
blindado el Cochrane no era dañado por los disparos del monitor. Uno de los
disparos del buque chileno inutilizó el cañón de la derecha y el segundo cayó
de lleno en la torre de mando del Almirante Grau a quien destrozó casi
totalmente y dejó herido al teniente Diego Ferré. A las 9.35 Ferré fue
remplazado por el capitán de corbeta Elías Aguirre, quien siguió luchando al
mando del Huáscar. Pasado unos minutos el Cochrane volvió a efectuar dos
disparos que penetraron el monitor causado grandes destrozos y matando a parte
de su tripulación entre ellos al capitán Aguirre. Tomó el mando el capitán de
fragata Manuel Melitón Carvajal, quien actuó con el mismo valor y disciplina
que os anteriores. La cubierta estaba completamente perforada, el Huáscar se
movía herida de muerte, otra bala enemiga destruyó al timón. La nave quedó sin
dirección, el Blanco Encalada destruyó
la sección de máquinas he hizo caer la bandera que flameaba sobre el buque, sin
embargo, de inmediato fue remplazado por otro.
Entre
los dos poderosos blindados chilenos acribillaron al Huáscar. Finalmente Pedro
Gárezon al ver que la lucha era
desigual, mandó abrir la válvula para hundirla entes de caer en manos enemigas.
Cuando
los chilenos abordaron el Huáscar, el buque ya tenía cuatro pies de agua en las
sentinas, cerrando velozmente y bombeando el agua acumulada, para mantenerlo a
flote. Capturado el Huáscar Chile quedó dueño del mar y comenzó su campaña
militar por tierra desde Tarapacá.
Carta de Miguel Grau a la viuda
de Arturo Prat
Monitor Huáscar,
Pisagua Junio 2 de 1879.
Señora Carmela
Carvajal de Prat:
Dignisima
señora: Un sagrado deber me autoriza dirigirme a usted y siento profundamente
que en esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el
dolor que hoy, justamente debe dominarla.
En
el combate naval del 21 del próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de
Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán
de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la Esmeralda, fue, como
usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de
la bandera de su Patria.
Deplorando
sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo
con el penoso deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se
encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le
servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia, y
para eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole
mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad de ofrecerle mis
servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy
afectísimo seguro servidor.
MIGUEL GRAU
Los
objetos encontrados al Capitán de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la Corbeta chilena
"Esmeralda", momentos después de haber fallecido a bordo del monitor
Huáscar, fueron:
Una espada sin vaina, pero con sus
respectivos tiros.
Un aro de oro de matrimonio.
Un par de gemelos y dos botones de
pechera de camisa, todo de nácar.
Tres copias fotográficas, una de
señora y las otras dos probablemente de sus niños.
Una reliquia del Corazón de Jesús,
escapulario del Carmen y medalla de la Purísima.
Un par de guantes de Preville.
Un pañuelo de hilo blanco, sin
marca.
Un libro memorándum.
Una carta cerrada y con el
siguiente sobre escrito:
Señor J. Lassero, Gobernador
Marítimo de Valparaíso, para entregar a don Lorenzo M. Paredes.
Al ancla en Iquique, Mayo 21 de
1879. El oficial de Detallía. P. Rodríguez Salazar.
Carta de la viuda de Arturo Prat
a Miguel Grau.
Valparaíso,
agosto 1º de 1879.
Señor,
don Miguel Grau.
Distinguido
señor: recibí su fina y estimada carta fechada al bordo del Huáscar el 2 de
junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se
digan Ud. acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi
esposo y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que encontraron
sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser;
o consagradas por su afecto, como los retratos de familia, o consagradas por su
martirio, como la espada que lleva su nombre. Al proferir la palabra martirio,
no crea usted señor que sea mi intento culpar al jefe del Huáscar de la muerte
de mi esposo. Por el contrario, tengo conciencia de que el distinguido jefe que
arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene
hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi
duelo y poner muy en alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa
jornada , y que tiene el más raro valor
de desprenderse de un trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un
precio extraordinario por el mismo hecho de no haber sido jamás rendida; un
jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy segura, interpuesto, de
haberlo podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio
tan estéril para su patria como desastrosos para mi corazón.
A
este propósito no puedo menos que expresarle a Ud. que es altamente consolador
en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso
despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en
esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua. Profundamente
reconocidas por la caballerosidad de sus procedimientos hacia mi persona y por
las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco
muy respetuosamente de Ud. su atenta y afectísima segura servidora.
Carmela carvajal de Prat.
Me gusto, fácil de entender, ahora busco la campaña terrestre.
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