martes, 15 de octubre de 2013

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



La Primera Guerra Mundial o “Gran Guerra” fue consecuencia de la quiebra del equilibrio internacional y de la rivalidad económica y política entre las potencias europeas. El desarrollo de la guerra fue largo y sangriento, y el costo en vidas y en pérdidas materiales fue muy alto.

En 1917 Rusia vivió un proceso revolucionario que desembocó en el sistema radical. Intentó construir un orden comunista, sustentado en 1, ideología marxista interpretada por Lenin. Así, la Revolución Rusa si opuso al modelo liberal del siglo XIX y constituyó una revolución social, propia del siglo XX

Al terminar la Primera Guerra Mundial, algunos países -especialmente Estados Unidos- vivieron una etapa de prosperidad. En otros países como Alemania, la situación económica y social de la postguerra fu muy difícil. La recuperación de la economía mundial fue muy lenta y el derrumbe de la Bolsa de Nueva York ocasionó una crisis en la producción y el comercio mundiales.

Por otro lado, la arbitraria reestructuración del mapa europeo fue causa de continuas luchas y de la aparición de movimientos nacionalistas. El este contexto de inestabilidad debe situarse el ascenso del fascismo en Italia y del nacional socialismo (nazismo) en Alemania.

EL MUNDO DE 1914
Como recordarás, a principios de siglo el mundo estaba dominado por las potencias europeas, que poseían amplios imperios coloniales. Esta Europa próspera albergaba graves tensiones que ocasionaron la Primera Guerra Mundial.

Poblemas y Tensiones en Europa
El imperialismo enfrentó entre sí a las potencias europeas: entre 1906 y 1911 estuvo a punto de estallar la guerra entre Francia y Alemania por el control económico de Marruecos. El enfrentamiento era aún mayor en el resto de Europa: Alemania aspiraba a dominar toda Europa central y este expansionismo provocaba temor en Gran Bretaña -preocupada por el equilibrio continental-; en Francia -que anhelaba recuperar los territorios de Alsacia y Lorena, perdidos ante Alemania en 1870-; y en Rusia, que veía amenazados sus territorios de Lituania y Polonia. Por otra parte, Italia consideraba incompleta su unidad hasta que no se recuperaran los territorios de Trento e Istria, bajo dominio austriaco.
Los imperios austrohúngaro, otomano y ruso tenían frecuentes litigios fronterizos y dominaban grandes regiones en las que había poderosos movimientos nacionalistas que deseaban la independencia.
En un ambiente de recelos e intrigas diplomáticas muchas veces secretas se gestaron bloques de alianzas a través de las cuales cada estado buscaba preservar su seguridad. Alemania el Imperio Austro-Húngaro, Bulgaria y Turquía conformaron el bloque de los llamados “potencias centrales”. Inglaterra, Francia, Rusia, Italia, Grecia y Rumania se integraron en el bloque de las “potencias aliadas”.   Las potencias se preparaban para una guerra que nadie deseaba: se lan­zaron a una frenética carrera armamentista, aumentaron la duración del servicio militar e impulsaron el “espíritu patriótico”.

EL ESTALLIDO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
En este estado, cualquier chispa podía desencadenar una guerra. El 14 de junio de 1914 fue asesinado en Sarajevo (Bosnia) el archiduque Francisco Femando, heredero de Austria-Hungría. Al com­probarse la complicidad de Serbia en el atentado, Austria, I deseosa de aplastar el nacionalismo en esa zona, dirigió a Serbia un ultimátum que ésta rechazó. Inmediatamente Austria declaró la guerra a Serbia.
Automáticamente se pusieron en juego las alianzas: Rusia, aliada de Serbia, declaró la guerra a Austria. Alemania, alia­da de Austria, declaró la guerra a Rusia, y así se originó una declaración de guerra en cadena. De un conflicto local se pasó a una guerra generalizada.
Los mandos militares pensaban que la guerra sería corta y que no modificaría demasiado las fronteras. Pero la realidad fue muy diferente: la contienda duró cuatro años, modificó profundamente el mapa europeo y provocó la caída de cuatro imperios: el alemán, el austrohúngaro, el otomano y el ruso.

DESARROLLO DE LA GRAN GUERRA

Primera Fase (1914): La Guerra de Movimientos
 Durante el verano de 1914 se produjo una ofensiva generalizada  todos los frentes. En el este, las tropas austrohúngaras invadieron Serbia; en respuesta, los rusos invadieron Alemania. Pero el ejército alemán reaccionó y, al mando de Hindenburg, derrotó a los rusos de la batalla de Tannenberg y avanzó en territorio ruso.
En el oeste, las tropas alemanas invadieron Bélgica y penetraron e Francia. En lugar de avanzar hacia la capital francesa, los alemanes iniciaron una maniobra hacia el sureste. El general Joffre dirigió la contraofensiva francesa y obtuvo la victoria del Marné (6-13 d setiembre), que detuvo el avance alemán.

Segunda Fase (1915-1916): La Guerra de Posición
Estabilizados los frentes, se renunció al avance territorial y se inició una guerra de desgaste, en la que se trató de infligir continuas pérdidas al enemigo hasta agotar su capacidad de resistencia. Los ejércitos s adaptaron a esta guerra de trincheras.

Durante esta fase las mayores batallas se libraron en el oeste: a principios de 1915 los franceses lanzaron un ataque en el Artois, pero n consiguieron romper las líneas alemanas; en 1916, los alemanes ataca ron masivamente, pero el general francés Pétain logró detenerlos e la batalla de Verdún.

Tercera Fase: La Crisis Decisiva de 1917
Al comenzar el cuarto año de guerra, las tropas estaban exhaustas y e varios países hubo manifestaciones de rechazo a la guerra. Para enfrentar la desmoralización, se confió el poder a hombres enérgicos, como el francés Clemenceau, decididos a combatir hasta la victoria.
En abril se produjo un hecho decisivo para el curso de la guerra Estados Unidos declaró la guerra a Alemania, en respuesta a los ataques de submarinos germanos a su flota. La intervención de Estado Unidos desequilibró claramente la contienda a favor de los aliados Poco después, en octubre, en Rusia triunfó la revolución bolchevique

Cuarta Fase: El Fin de la Guerra
Alemania aprovechó el triunfo de la revolución bolchevique, en Rusia, para firmar la paz (tratado de Brest-Litovsk, 3 de marzo d 1918). En setiembre, el general Foch lanzó una ofensiva general e todos los frentes.
Los imperios centrales no pudieron resistir, y en pocos días se produjo su derrota total: Turquía firmó el armisticio el 30 de octubre Austria se rindió el 3 de noviembre; el 9 del mismo mes abdicó Guillermo II y en Berlín se proclamó la república. Dos días después el 11 de noviembre, los alemanes firmaron el armisticio el Rethondes (Francia). La Gran Guerra había terminado.

LA PAZ, PERO NO LA PACIFICACIÓN
Agotados y agobiados por la enorme tragedia, los europeos deseaban acordar una “paz perpetua”. Sus deseos no se cumplieron, porque las pérdidas territoriales y la dureza de las reparaciones impuestas a los vencidos alimentaron en éstos el ansia de desquite.

Conferencia de París: la Sociedad de Naciones
A principios de 1919 se reunió en París la conferencia preparatoria de paz, en la que participaron 32 estados. A los países vencidos no se les permitió participar en las deliberaciones y se les obligó a aceptar sin modificación alguna las condiciones impuestas por los vencedores.
Las decisiones más importantes fueron acordadas por los “cuatro grandes”, que entonces eran Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia. El presidente norteamericano Wilson quería construir la paz sobre el principio del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos. El jefe del gobierno francés Clemenceau estaba más preocupado por garantizar en el futuro la seguridad de Francia frente a Alemania. Italia y el Reino Unido querían diseñar un nuevo equilibrio europeo.
Esta conferencia tomó dos acuerdos principales: la creación de la Sociedad de Naciones, cuya misión sería salvaguardar la paz y resolver por la vía diplomática los conflictos que pudieran surgir, y la negociación por separado de los tratados de paz con cada uno de los países vencidos.

El Tratado de Versalles
El 28 de junio de 1919 se firmó el principal tratado de paz, el Tratado de Versalles, que sancionaba la derrota de Alemania, a la que decla­raba responsable de la guerra e imponía durísimas reparaciones econó­micas. Alemania perdía todas sus colonias y debía devolver a Francia la Alsacia y la Lorena, y a Dinamarca el ducado de Schieswig. Además, debía ceder a Bélgica los territorios de Eupen y Malmédy y entregar al nuevo Estado polaco la Posnania y el corredor de Dantzig.
El ejército alemán quedó limitado a un máximo de 100 000 hombres, la orilla izquierda del Rin se declaró zona desmilitarizada y Francia ocupó durante quince años la rica región minera del Sarre. Alemania consideró el Tratado de Versalles como injusto y humillante, lo que ali­mentó su deseo de revancha.

El Nuevo Mapa de Europa
Los tratados de Saint-Germain (1919), Neuilly (1919), Trianon (1920) y Sévres (1920) establecieron las condiciones de paz, respectivamente, para Austria, Bulgaria, Hungría y Turquía.
A raíz de estos tratados quedó dibujado un nuevo mapa de Europa. Con ello se satisficieron los deseos de muchos pueblos, pero otros se vieron humillados, y quedaron fuertes minorías nacionales dentro de las fronteras de otros estados como consecuencia de una paz impuesta que, finalmente, resultó ser el germen de nuevos conflictos.

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